Unos 20 mil censistas renunciaron para el día D, invocando cuestiones como cercanía de exámenes en la facultad, o falta de instrucciones para el inicio de tareas, y otros señalando argumentos económicos (el pago de viáticos se anunció para el pos censo, sin definir día específico).
El censo nacional debía contar con una fuerza laboral de 210.000 personas. Eso ya contando con la cantidad suficiente para cubrir cualquier tipo de contingencia, incluida la posibilidad de renuncias.
El escándalo de censistas que no se presentaron para realizar la tarea, ya se veía con anticipación. Prueba de eso es que el INE, 22 días antes del día del censo, lanzó un pedido de auxilio a las Fuerzas Armadas, para proveer personal que pueda realizar censos.
Esto lo confirmó el Coronel Luis Urdapilleta, vocero de las FF.AA, quien indicó que el tiempo en que se solicitó la ayuda militar alcanzaba la cantidad que se proveyó. “Son 1.700 efectivos los que colaboraron para el censo. El pedido para eso se realizó 22 días antes”, expresó al abordar el tema.
La jornada del censo tuvo como eje central las quejas por mala organización. Otro item en que se evidenció la desorganización del censo, es que la cuestión viático. Nadie dio explicaciones acerca de la necesidad que tenían los censistas de cobrar el mismo día, para cubrir gastos de alimentos.
En el capítulo de reclutamiento de censistas, una parte importante se dejó en manos de intendencias, y se sabe que desde los jefes comunales para abajo, todos están en plena campaña electoral, por lo que tomaron el compromiso como algo secundario.
La “rebelión” de los censistas que al final realizaban el censo, fue que alternaban viviendas para ingresar y hacer el trabajo. En capital, Central, Alto Paraná y Caaguazú, las quejas generales iban por el lado de que se realizaban los censos de forma alternada: en una vivienda sí, en otra no.