En primer lugar, ante cualquier síntoma como fiebre, tos, catarro o secreción nasal, se debe llevar al hijo a una consulta con el pediatra para que el cuadro no se complique y llegue a una neumonía o pulmonía.
Si halla cualquier tipo de signo que indique que el pequeño sufre una afección respiratoria, el profesional dará el reposo que debe ser cumplido con la ingesta de agua y el lavado constante de manos. Este último hábito evita la proliferación del virus en la casa. El aseo se debe realizar por medio de agua y jabón, en especial tras entrar en contacto con secreciones como después de sonarse la nariz, toser o estornudar.
"También es imprescindible lavarlas antes de preparar e ingerir alimentos, después de usar el baño y sacar la basura, luego de cambiar los pañales y jugar con la mascota", recuerda el portal del Ministerio de Salud.
Igual de importante es desinfectar objetos de uso común ya que el virus puede permanecer cinco minutos en las manos, uno a dos días en superficies duras y 8 a 12 horas en papeles, telas u otras fibras.
Como recomendación cabe destacar no exponer a los niños en ambientes húmedos para evitar que se enfermen. En caso de que contraigan cualquier afección, no se los debe enviar a la escuela o guardería para no propagar el mal.
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