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lunes, 28 de julio de 2014

Millones sin rendir cuentas

       Monseñor Rogelio Livieres Plano, obispo de Ciudad del Este.

La Diócesis de Ciudad del Este recibió unos G. 1.500 millones para obras de asistencia social que en realidad nunca se cumplieron. El dinero fue destinado al seminario "porque yo decidí", justificó el obispo Rogelio Livieres Plano.

Entre junio de 2006 y febrero pasado, la Itaipú Binacional habría desembolsado un total de G. 1.671 millones a la Diócesis de Alto Paraná y Canindeyú, de acuerdo a una serie de documentos a los que tuvo acceso la prensa.

De acuerdo al plan de trabajo, el convenio debía ser destinado “al desarrollo del programa social consistente en la realización de la segunda etapa de la asistencia moral y social, a la población de Alto Paraná y Canindeyú, dirigida especialmente a niños enfermos de labios leporinos, niños de la calle, personas privadas de su libertad y familiares, mujeres que sufren violencia doméstica. Además la realización de cursos de formación y capacitación y formación de líderes, dirigentes y catequistas, Margen Derecha del Río Paraná”.

Entre 2006 y 2007, la diócesis encabezada por Rogelio Livieres firmó cuatro convenios con Itaipú por valor de G. 1.130 millones. Tres de esos convenios, por valor de G. 962 millones debían ser destinados a las cuestiones mencionadas más arriba y el resto (G. 168 millones)para apoyo a la formación de seminaristas.

Sin embargo, de acuerdo una denuncia enviada por un lector que solicitó anonimato, ese dinero no fue destinado a las organizaciones encargadas de ese tipo de trabajo no recibieron fondo alguno por parte de la Diócesis de Ciudad del Este en ese período de tiempo. De hecho, Livieres Plano habría decidido arbitrariamente que todos los fondos fueran destinados a su seminario.

Para poder recibir ese dinero, la Diócesis presentó un plan de trabajo en el cual se presentaba el objeto específico de lo que se realizaría con el dinero.

De acuerdo al plan de trabajo, la diócesis debería “proveer informe de los gastos realizados para la concreción del objeto de este convenio, de los recursos proveídos por la Entidad”. Algo que Livieres Plano no habría cumplido, de acuerdo a la denuncia.

Desde junio de 2006 hasta febrero de 2012, con una pausa desde octubre de 2007, la diócesis recibió otros G. 645 millonesacogiéndose a la modalidad sin contrato formal. En esta modalidad, el dinero recibido no debe ser rendido aunque en las notas de solicitud aparece el objetivo al que serán destinados.

Del total recibido, 302 millones debían ser destinados a obras sociales, que, según la denuncia, no se habrían vuelto a realizar.

La última vez que la diócesis encabezada por Livieres Plano recibió dinero de la Itaipú fue en febrero del año pasado, cuando la entidad le entregó G. 35.000.000 para la construcción de una capilla en el Km 11, distrito de Monday.
“PORQUE YO DECIDÍ”

En comunicación con ABC Color, Livieres Plano reconoció que su diócesis recibió en total G. 1.350 millones de la Itaipú y que el dinero fue destinado en su totalidad al seminario San José por decisión suya.

El obispo manifestó que sobre esta cuestión existió una denuncia ante el Poder Judicial y que la cuestión llegó incluso ante la Corte Suprema de Justifica. Según Livieres, la justicia entendió en todas las instancias que él se encontraba en su derecho de decidir a qué sería destinado el dinero.

“El dinero que yo pedí a Itaipú fue para el seminario, exclusivamente. En cambio, ellos para que no tuvieran dificultades pusieron de un modo menos religioso y fueron “agentes de pastoral”, pero los agentes de pastoral que tiene la iglesia son los sacerdotes”, afirmó.

Cuando se le consultó si el dinero no debía ser destinado a la realización de cirugías de niños con labio leporino y asistencia a personas de escasos recursos, Livieres señaló que “eso es lo que dicen siempre los diarios y es una macana”.

El obispo aseguró que se rendía cuentas mensualmente, porque en caso contrario no se podría haber recibido más dinero. Relató que la Contraloría realizó una auditoría a la entidad binacional y también a la diócesis para comprobar si los documentos que manejaban en la Itaipú eran efectivamente de allí.

“Yo fui facultado para adjudicar a cualquiera de esos ítems, según las necesidades que viera. Se me daba amplia libertad porque yo no iba a aceptar lo contrario. A mí no me interesan ciertas cosas pero sí otras. No podemos hacer nosotros todo a la vez. ¿Qué va a funcionar los labios leporinos si no tiene un sacerdote que lo sostiene? (sic) Porque nadie se entera ni se interesa de esas cuestiones”, finalizó Livieres.

Abc

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