Con Salvador Cabañas (Itaguá, Paraguay, 1980) se puede hablar de cualquier cosa menos del intento de asesinato que le dejó sin jugar el Mundial de fútbol de Sudáfrica, en 2010, y con una bala en la cabeza para siempre. “No me gusta ni hablar de ello ni recordarlo”, aclara al comienzo de la entrevista. “Le pone triste, algo así siempre te deja secuelas psicológicas” explica el mexicano José Manuel Ricardo Picolé, su entrenador desde hace dos semanas en el Club Deportivo Tanabí, de la serie B del Campeonato de São Paulo. Cabañas, elegido mejor jugador de Sudamérica en 2007, máximo goleador de la Libertadores en 2007 y 2008, quiere completar el milagro de volver al fútbol profesional y, además, “regresar a la selección”.
Aquella madrugada de enero de 2010, cuando José Jorge Balderas Garza (un individuo relacionado con el narcotráfico y hoy testigo protegido de la policía mexicana) le pegó un tiro en un bar de Ciudad de México tras un oscuro altercado, Cabañas era una estrella en el club América, figuraba en la agenda de varios equipos europeos y era un líder de la selección paraguaya que dirigía el hoy técnico del Barça, Gerardo Martino, ese equipo disciplinado que puso en muy serios aprietos a España, futura campeona, en el choque de cuartos de final del Mundial de Sudáfrica. “Porque yo no estuve... Si hubiese estado, seguro que yo pateaba ese penal”, dice en referencia al penalti que le paró Iker Casillas a Óscar Tacuara Cardozo en el minuto 56, con 0-0 en el marcador.
Pero Cabañas acababa de salir del hospital. La bala que recibió tras una breve discusión con su agresor, en los servicios del bar, se le alojó en la parte posterior del cráneo; los médicos descartaron la extracción por el enorme riesgo de la operación. El jugador tardó una semana en salir del coma, 23 días en abandonar la unidad de cuidados intensivos y cuatro meses en volver a su casa. La terapia continuó dos años más. En aquellos primeros días, aficionados y compañeros organizaban vigilias y muestras de apoyo en Paraguay y México, en estadios e iglesias; nada más ser trasladado a otra planta, recibió la visita del entonces presidente de su país, Fernando Lugo.“Quiero volver a jugar y a meter goles”, decía el jugador ya en abril, soñando con el Mundial, pero arrastrando algunas afecciones cognitivas que remitieron con mucha lentitud. “La memoria es lo más difícil… Tenía muchos problemas, pero ahora estoy bien, gracias a Dios”, afirma cuatro años después.
Cabañas intentó volver al fútbol profesional por primera vez a mediados de 2012 en el Doce de Octubre, un equipo de la Segunda División paraguaya. Jugó dos encuentros, ninguno completo, pero su entrenador no contó con él cuando se logró el ascenso a la Primera División por su bajo estado de forma. Hoy sigue teniendo permiso médico y dice estar “físicamente bien”, aunque haya ganado algún kilo respecto a sus años triunfales. Su representante no quiere ofrecer detalles de su contrato: lo único asegurado por ahora es que el delantero jugará tres partidos con el Tanabí mientras finaliza su puesta a punto física. ¿Después? “Quiero estar bien en un equipo, pelear por un título y regresar a la selección”, repite Cabañas una y otra vez. Su presidente asegura: “Nos basta si está al 30% de lo que fue”.
Los dirigentes del club paulista no esconden el elemento de “locura” y “márketing” que rezuma la operación. El presidente, Irineu Alves, ni confirma ni desmiente el rumor de que Cabañas cobrará por esos tres partidos más que el sueldo mensual de todo el resto de la plantilla (13.000 dólares, cerca de 9.500 euros), en su mayoría menores de 23 años por exigencias reglamentarias. “Es una bonita operación de propaganda”, asegura un funcionario municipal con pocas expectativas de ver a Cabañas, de 33 años, rendir en un torneo sub-23. De hecho, el Tanabí ya tuvo otro momento de gloria similar hace dos años, cuando contrató por tres meses al delantero trotamundos Túlio Maravilha durante su peculiar peregrinaje en busca del gol número 1.000 de su carrera (según sus cifras), a los 42 años. Tanto entonces como ahora, al parecer, los fichajes propiciaron la llegada de jóvenes jugadores que aceptaron un precio menor al de mercado a cambio de poder compartir vestuario y cancha con una estrella internacional. La localidad, de apenas 25.000 habitantes, se revolucionó la semana pasada con la presentación del futbolista, visiblemente emocionado ante el calor popular.
Irineu Alves, el presidente de Tanabí, cuenta que se le ocurrió viajar a Asunción (1.160 kilómetros, en coche) para convencer a Cabañas después de ver por televisión cómo el exjugador aparentemente trabajaba en una panadería de su familia para combatir la ruina producida por el divorcio de su ya exmujer y madre de sus dos hijos. Diversos reportajes circularon en la prensa acerca de su presunta bancarrota, que él niega: “Perdí mucho, pero lo estoy recuperando. No trabajo en la panadería, estoy ahí con el grupo. Es de mi cuñado”. Y añade: “Tengo para vivir… Recuperé bastante dinero a través del juez”.
El nuevo Cabañas sigue obsesionado con el fútbol —“estoy vivo por él, ¿sabes…?”—, pero durante su largo proceso de recuperación reconoce haber estado algo apartado de la actualidad internacional. Hace más de un año incluso que no tiene contactos con la federación de su país ni con los dirigentes de la selección que le ha dado, confiesa, “los recuerdos más bonitos” de su vida, “ya desde la sub-17”, y en la que dejó goles que reposan todavía en la conciencia de sus compatriotas, como aquel disparo desde 40 metros contra Colombia en las eliminatorias del Mundial 2010 que prácticamente certificó la clasificación guaraní. Tras uno de esos momentos de ligera amnesia que todavía le asaltan en ocasiones, y después de mencionar a Brasil y Argentina como los favoritos al Mundial de este año, comenta sobre una selección paraguaya en horas bajas que “Gerardo Martino renunció porque ya no había un líder en el campo” y afirma rotundamente que “Messi es mejor que Cristiano Ronaldo”. ¿Otros jugadores actuales que le fascinen? Breve pausa. “La verdad, no sabría decirte…”.
FuenteEPdeportes
Aquella madrugada de enero de 2010, cuando José Jorge Balderas Garza (un individuo relacionado con el narcotráfico y hoy testigo protegido de la policía mexicana) le pegó un tiro en un bar de Ciudad de México tras un oscuro altercado, Cabañas era una estrella en el club América, figuraba en la agenda de varios equipos europeos y era un líder de la selección paraguaya que dirigía el hoy técnico del Barça, Gerardo Martino, ese equipo disciplinado que puso en muy serios aprietos a España, futura campeona, en el choque de cuartos de final del Mundial de Sudáfrica. “Porque yo no estuve... Si hubiese estado, seguro que yo pateaba ese penal”, dice en referencia al penalti que le paró Iker Casillas a Óscar Tacuara Cardozo en el minuto 56, con 0-0 en el marcador.
Pero Cabañas acababa de salir del hospital. La bala que recibió tras una breve discusión con su agresor, en los servicios del bar, se le alojó en la parte posterior del cráneo; los médicos descartaron la extracción por el enorme riesgo de la operación. El jugador tardó una semana en salir del coma, 23 días en abandonar la unidad de cuidados intensivos y cuatro meses en volver a su casa. La terapia continuó dos años más. En aquellos primeros días, aficionados y compañeros organizaban vigilias y muestras de apoyo en Paraguay y México, en estadios e iglesias; nada más ser trasladado a otra planta, recibió la visita del entonces presidente de su país, Fernando Lugo.“Quiero volver a jugar y a meter goles”, decía el jugador ya en abril, soñando con el Mundial, pero arrastrando algunas afecciones cognitivas que remitieron con mucha lentitud. “La memoria es lo más difícil… Tenía muchos problemas, pero ahora estoy bien, gracias a Dios”, afirma cuatro años después.
Cabañas intentó volver al fútbol profesional por primera vez a mediados de 2012 en el Doce de Octubre, un equipo de la Segunda División paraguaya. Jugó dos encuentros, ninguno completo, pero su entrenador no contó con él cuando se logró el ascenso a la Primera División por su bajo estado de forma. Hoy sigue teniendo permiso médico y dice estar “físicamente bien”, aunque haya ganado algún kilo respecto a sus años triunfales. Su representante no quiere ofrecer detalles de su contrato: lo único asegurado por ahora es que el delantero jugará tres partidos con el Tanabí mientras finaliza su puesta a punto física. ¿Después? “Quiero estar bien en un equipo, pelear por un título y regresar a la selección”, repite Cabañas una y otra vez. Su presidente asegura: “Nos basta si está al 30% de lo que fue”.
Los dirigentes del club paulista no esconden el elemento de “locura” y “márketing” que rezuma la operación. El presidente, Irineu Alves, ni confirma ni desmiente el rumor de que Cabañas cobrará por esos tres partidos más que el sueldo mensual de todo el resto de la plantilla (13.000 dólares, cerca de 9.500 euros), en su mayoría menores de 23 años por exigencias reglamentarias. “Es una bonita operación de propaganda”, asegura un funcionario municipal con pocas expectativas de ver a Cabañas, de 33 años, rendir en un torneo sub-23. De hecho, el Tanabí ya tuvo otro momento de gloria similar hace dos años, cuando contrató por tres meses al delantero trotamundos Túlio Maravilha durante su peculiar peregrinaje en busca del gol número 1.000 de su carrera (según sus cifras), a los 42 años. Tanto entonces como ahora, al parecer, los fichajes propiciaron la llegada de jóvenes jugadores que aceptaron un precio menor al de mercado a cambio de poder compartir vestuario y cancha con una estrella internacional. La localidad, de apenas 25.000 habitantes, se revolucionó la semana pasada con la presentación del futbolista, visiblemente emocionado ante el calor popular.
Irineu Alves, el presidente de Tanabí, cuenta que se le ocurrió viajar a Asunción (1.160 kilómetros, en coche) para convencer a Cabañas después de ver por televisión cómo el exjugador aparentemente trabajaba en una panadería de su familia para combatir la ruina producida por el divorcio de su ya exmujer y madre de sus dos hijos. Diversos reportajes circularon en la prensa acerca de su presunta bancarrota, que él niega: “Perdí mucho, pero lo estoy recuperando. No trabajo en la panadería, estoy ahí con el grupo. Es de mi cuñado”. Y añade: “Tengo para vivir… Recuperé bastante dinero a través del juez”.
El nuevo Cabañas sigue obsesionado con el fútbol —“estoy vivo por él, ¿sabes…?”—, pero durante su largo proceso de recuperación reconoce haber estado algo apartado de la actualidad internacional. Hace más de un año incluso que no tiene contactos con la federación de su país ni con los dirigentes de la selección que le ha dado, confiesa, “los recuerdos más bonitos” de su vida, “ya desde la sub-17”, y en la que dejó goles que reposan todavía en la conciencia de sus compatriotas, como aquel disparo desde 40 metros contra Colombia en las eliminatorias del Mundial 2010 que prácticamente certificó la clasificación guaraní. Tras uno de esos momentos de ligera amnesia que todavía le asaltan en ocasiones, y después de mencionar a Brasil y Argentina como los favoritos al Mundial de este año, comenta sobre una selección paraguaya en horas bajas que “Gerardo Martino renunció porque ya no había un líder en el campo” y afirma rotundamente que “Messi es mejor que Cristiano Ronaldo”. ¿Otros jugadores actuales que le fascinen? Breve pausa. “La verdad, no sabría decirte…”.
FuenteEPdeportes
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