Diseño. El brazo es de material plástico impreso en 3D y contiene un sensor muscular con una placa automatizada
La diferencia es que el brazo biónico made in Paraguay, creado por jóvenes investigadores del Centro de Innovación en Tecnologías Asistidas (CITA), está adaptado –desde su concepción hasta su desarrollo– a la realidad económica del país.
Emplea inteligencia artificial, similar a la de otras latitudes, pero podría tener un costo aproximado de 1.000 dólares a diferencia de los USD 100.000 que cuesta uno igual en el mercado global. “Lo que buscamos con nuestra investigación es la nacionalización de la tecnología. Le llamo así a la adecuación de la tecnología a la realidad nacional; por ejemplo, que el precio sea accesible y que la tecnología sea útil y funcional”, afirma el Ing. Antonio Resquín, coordinador del CITA, situado dentro del Parque Tecnológico de Itaipú (PTI), en el distrito de Hernandarias.
Tienen por objetivo poner a disposición el prototipo a una fundación o empresa interesada en incorporar esta tecnología para que llegue a las personas con discapacidad.
“El ahorro es de unos 95 a 98%”, resalta y señala que mucha gente que pierde brazos o piernas anda en moto y es de escasos recursos.
Inspirados. El CITA se creó hace apenas once meses y está destinado a la investigación y desarrollo de tecnologías de apoyo a personas con discapacidad. Resquín tiene 88% de discapacidad física: camina sobre dos piernas protésicas y no cuenta con el brazo derecho. Otro integrante del grupo desarrollador también es usuario de mano inteligente.
“Nos basamos a partir de modelos ya existentes, pero nuestro objetivo es, a partir de conocer las tecnologías, generar nuestros propios productos que puedan estar al alcance de todos”, insiste el especialista en electromecánica de tan solo 27 años.
Para abaratar los costos, dice, trabajaron con material plástico para la impresión 3D y un forro de látex, a modo de guante color piel. Incorporaron placas de código abierto, preparadas para automatización, que están disponibles en el mercado a solo 50 dólares.
“Diseñamos la mano en un software, la imprimimos en 3D y le ponemos la automatización a través de los programas que nosotros mismos creamos”, explica.
Interfaz. La automatización se realiza a través de una interfaz con sensores musculares, denominados mioeléctrico, los cuales usan la electricidad generada por los ligamentos.
“Los sensores detectan la mínima variación de electricidad en el cuerpo y eso permite realizar los movimientos”, expone sobre las órdenes que llegan desde el cerebro.
Eso sí, aclara que no emplea ondas cerebrales como otras tecnologías más sofisticadas.
Lo mejor de todo es que no precisa de cirugía, sino que la prótesis se pega a la piel mediante la técnica socket y usa una válvula de vacío que permite su adherencia al cuerpo.
“Uno coloca, la válvula saca el aire y la prótesis queda pegada o si no se usa un tipo de arnés colocados en el hombro, depende mucho de la comodidad y funcionalidad”, apunta.
El brazo maneja “distintos grados de libertad”, mediante una serie de comandos combinados que permiten “mover los dedos, apertura y cierre de manos, mover la muñeca y los brazos”, concluye.
UH
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