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martes, 14 de marzo de 2017

"Ellas" ganan G. 700.000 menos que "ellos" en promedio

A pesar de la relevancia económica que tienen las mujeres dentro de la sociedad y la familia, de sus avances educativos y de sus deseos de trabajar, las oportunidades económicas aún no son las mismas para ellas que para los hombres.
Foto: Fernando Riveros.

A esto hay que sumarle la marcada violencia de género que las afecta y fuertes desigualdades que persisten en el acceso a los derechos. Por eso las mujeres de todo el mundo van a paro y levantan su voz.

En promedio ellas ganan G. 700.000 menos que ellos y registran hasta un 40% de inactividad en comparación al 15% del género opuesto, de acuerdo a sus ingresos mensuales promedio, según datos recolectados por Verónica Serafini, economista del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguya en base a datos de la Encuesta Permanente de Hogares 2015.

Para diversos trabajos realizados para ONU Mujeres y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la profesional encontró que las mujeres se encuentran en desventaja en la mayoría de los indicadores laborales. Si son jóvenes o campesinas, la situación empeora.

La inactividad y el trabajo no remunerado hacen que el 32% de las mujeres mayores de 15 años no cuenten con un ingreso propio, frente al 11,7% de los hombres, cifra que triplica la proporción de mujeres que no cuenta con ingresos.

Serafini explica que la brecha de ingresos se debe a la menor cantidad de horas trabajadas por las mujeres y a su ubicación en ocupaciones peor remuneradas (trabajo doméstico, trabajo por cuenta propia). Aunque una parte importante de esta desigualdad no está explicada por ninguna variable económica, ya que ellas, a pesar de que trabajan la misma cantidad de horas, y tienen similares credenciales educativas y años de experiencia, de todos modos ganan menos.

"Las estadísticas económicas también muestran las desigualdades entre hombres y mujeres que restringen su autonomía económica y contribuyen a la pobreza de ellas y sus familias, así como a su incapacidad para responder ante situaciones de violencia intrafamiliar debido a la dependencia económica", expresó la economista del Cadep.

Esto teniendo en cuenta que el 31,8% de los hogares tiene como jefa a una mujer y el 29,9% tiene a una mujer como principal proveedora económica.

Los hogares con jefatura masculina son, en gran parte, familias nucleares completas -pareja e hijos- (58,4%) mientras que en donde la mujer es la que toma el timón son hogares de familias extendidas (38,7%) o nucleares incompletas -madre e hijos- (29,8%).

Serafini explica que esta conformación diferenciada afecta las decisiones económicas sobre la distribución de las actividades económicas, intrafamiliares y de cuidado; las decisiones educativas y de inversión; así como los riesgos que se asumen al tomar créditos o iniciar un emprendimiento.

Encuesta sobre discriminación laboral


Por otra parte, en una encuesta realizada a las mujeres trabajadoras de prensa y comunicadoras, un 72,6% se sintió alguna vez acosada en su lugar de trabajo en Paraguay, mientras que un 10% respondió que tal vez tal hecho haya ocurrido.

Un 61,3% de las mujeres por su parte se sintió discriminada con respecto a la promoción laboral por la condición de género, mientras que un 53,2% señaló que no siente que estén garantizados sus derechos laborales como la Ley de Lactancia Materna o permisos para prevención de enfermedades.

“Estas desigualdades son incompatibles con cualquier aspiración de mejoras en las condiciones de vida de las mujeres y sus familias, de crecimiento económico sostenible, desarrollo y reducción de la pobreza”, menciona al respecto Verónica Serafini.

Las niñas y adolescentes enfrentan problemas todavía más agudos, como el trabajo infantil peligroso.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC) del Paraguay, el 23,5% del total de niños y adolescentes hasta 17 años de edad realiza alguna actividad económica: 146.201 son mujeres y a su vez 50.000 niñas y adolescentes se encuentran en situación de criadazgo.

La economista recolectó la información de que otro grupo importante que debe ser mencionado es el de los jóvenes (15-29 años de edad) que no estudian ni desempeñan trabajos remunerados. El 75% ellos (254.000 personas) son mujeres, excluidas de la educación y del trabajo porque se encuentran en los hogares realizando tareas domésticas y de cuidado de dependientes.

Sobrecarga de trabajo


La Encuesta de Uso del Tiempo recientemente relevada por la DGEEC da cuenta de la sobrecarga de trabajo que tienen las mujeres. Ellas dedican 28,7 horas semanales al trabajo no remunerado (actividades domésticas, de cuidado y de producción para el autoconsumo) frente a 12,9 horas que los hombres destinan a esas funciones.

Finaliza el material diciendo que esta injusta división sexual del trabajo repercute en las oportunidades económicas, ya que las mujeres deben destinar menos horas al trabajo remunerado y optar por ocupaciones que les permitan conciliar sus responsabilidades familiares con las de proveedora económica.

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