- Con aspectos harapientos, en la más absoluta miseria, algunos inhalando cola de zapatero, en un ambiente de promiscuidad, unos 50 indígenas viven bajo los tubos que serán utilizados en los desagües de la autopista Ñu Guasu. Ayer, qué ironía, se recordó el Día del Indígena Americano.
Los nativos dejaron sus lugares, corridos por la miseria y el abandono de las autoridades y se instalaron en el lugar hasta tanto sean admitidos en los precarios asentamientos que crearon en las compañías de Luque. Mientras se ubican en cualquier parte para pedir limosna.
Van y vienen. Viven de la compasión de los transeúntes.
La entidad que debería atenderlos, se hace del “ñembotavy” y los deja tirados a su suerte. Varios de estos nativos fueron devueltos a sus comunidades, pero como no tienen alternativas para trabajar o asistencia para producir, abandonan su territorio y vuelven a la ciudad.
Aquí caen fácilmente en los vicios, especialmente en la inhalación de la cola de zapatero, que compran con lo que recaudan en la calle. Al poco tiempo, también se convierten en fumadores y bebedores de bebida alcohólica.
Ayer estaban con sus harapos correteando bajo la lluvia. Y cuando notaron nuestra presencia se acercaron, casi en forma tímida, para que nuestros lectores colaboren con ellos con ropas.
Uno de ellos que no quiso identificarse, indicó que personas de buena voluntad y los vecinos colaboran con ellos para la alimentación, pero les falta abrigos para defenderse de las bajas temperaturas que se avecinan.
Estos indígenas pasan el día en la calle y por la noche duermen a la intemperie, totalmente desprotegidos. Los niños son quienes más sufren las consecuencias de los cambios climáticos, como en estos días bajo la lluvia. Algunos de ellos ya presentaban afecciones respiratorias.
FuenteAbc
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