Un chofer de la Línea 56 se rehusó a entregarle boleto a un pasajero, quien tuvo que ingresar por la estribera trasera, ya que el bus estaba lleno. El conductor no tuvo mejor idea que responder con brutalidad, arrojándole una guampa.
El hecho ocurrió esta mañana, cuando el ciudadano Gustavo Vallejos y un acompañante subían a un bus de la Línea 56, en una parada de San Lorenzo en el desvío a Luque. “El colectivo estaba lleno; pagamos el pasaje, le pedí el boleto y me dijo que no hacía falta porque nos íbamos a subir por atrás y no íbamos a usar el molinete”, comentó el pasajero a la prensa.
Fue entonces que tuvieron que ingresar por la puerta de atrás. El chofer no hacía otra cosa que intentar cerrarla, a pesar de que el vehículo estaba completamente lleno. “Era obvio que no se podía cerrar porque estábamos todos encimados. Él trataba de cerrar y yo le preguntaba con gestos qué quería hacer… Él también hizo gestos”, comentó.
Al llegar a Fernando de la Mora, a la altura de Villa Olimpia, el pasajero se bajó y volvió a subir por la puerta principal para pedirle su boleto. Con muy poca cortesía, el chofer se negó a dárselo y empezó a agredir verbalmente. “Le saqué una foto y dije que denunciaría. Ahí me grita un montón de cosas y tratar de tirar el termo… entonces directamente le filmé y le dije: ‘Para que sepa la gente con qué tipo de gente se trataba”, comenta.
Ahí el chofer lo seguía amenazando con el termo, cerraba la puerta y arrancaba para partir, aunque seguía buscando objetos para tirarle. “Me tiró monedas, después jugó con el termo y, cuando se dispuso para irse, seguía buscando cosas. Ahí le enfoqué otra vez, abrió la puerta y me tiró la guampa”.
Este es solo uno de los tantos casos de brutalidad con los que deben lidiar los pasajeros a diario. “Pagando un servicio uno tiene que viajar dignamente y lo mínimo que se requiere es un respeto, cosa que los choferes no tienen. El respeto no depende de otra persona sino de uno mismo”, reflexionó el afectado.
Abc
El hecho ocurrió esta mañana, cuando el ciudadano Gustavo Vallejos y un acompañante subían a un bus de la Línea 56, en una parada de San Lorenzo en el desvío a Luque. “El colectivo estaba lleno; pagamos el pasaje, le pedí el boleto y me dijo que no hacía falta porque nos íbamos a subir por atrás y no íbamos a usar el molinete”, comentó el pasajero a la prensa.
Fue entonces que tuvieron que ingresar por la puerta de atrás. El chofer no hacía otra cosa que intentar cerrarla, a pesar de que el vehículo estaba completamente lleno. “Era obvio que no se podía cerrar porque estábamos todos encimados. Él trataba de cerrar y yo le preguntaba con gestos qué quería hacer… Él también hizo gestos”, comentó.
Al llegar a Fernando de la Mora, a la altura de Villa Olimpia, el pasajero se bajó y volvió a subir por la puerta principal para pedirle su boleto. Con muy poca cortesía, el chofer se negó a dárselo y empezó a agredir verbalmente. “Le saqué una foto y dije que denunciaría. Ahí me grita un montón de cosas y tratar de tirar el termo… entonces directamente le filmé y le dije: ‘Para que sepa la gente con qué tipo de gente se trataba”, comenta.
Ahí el chofer lo seguía amenazando con el termo, cerraba la puerta y arrancaba para partir, aunque seguía buscando objetos para tirarle. “Me tiró monedas, después jugó con el termo y, cuando se dispuso para irse, seguía buscando cosas. Ahí le enfoqué otra vez, abrió la puerta y me tiró la guampa”.
Este es solo uno de los tantos casos de brutalidad con los que deben lidiar los pasajeros a diario. “Pagando un servicio uno tiene que viajar dignamente y lo mínimo que se requiere es un respeto, cosa que los choferes no tienen. El respeto no depende de otra persona sino de uno mismo”, reflexionó el afectado.
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