Atrás observa Richard Sánchez (Néstor Soto-La Nación)
Lesionados en cancha, lesionados cambiados y un expulsado fueron los factores que condicionaron al equipo de Ever Almeida, que todo el partido debió remarla contracorriente.
Aún así pudo ponerse en ventaja a través de un penal que cometió Víctor Cáceres, y que el goleador del momento Walter González no desperdició. Aquello fue a los 26’.
La ventaja llegaba cuando Cerro era superior en tenencia de pelota y territorialidad. La salida obligada de Hernán Pellerano y las menguas de Darío Verón y Julián Benítez fueron gravitantes.
Así, el Ciclón pasó a ser ampliamente dominador del juego. Todo el trámite corrió en campo franjeado, mientras tanto Olimpia resistía. Tuvieron que redoblarse Richard Ortiz y Librado Azcona, los dos elementos más fundamentales.
Pero ese dominio no alcanzó. Cuando Iván Torres fue echado por doble amonestación, definitivamente Olimpia se replegó porque ya no le quedaban cambios y tuvo que soportar los embates y los parantazos.
El camino estaba allanado a favor de Cerro, que “fiel” a su nuevo estilo se vio obligado a remontar. Y lo hizo con un golazo de Alfio Oviedo, que significó el empate que por trámite fue bastante merecido.
Justamente por el desarrollo de juego, el equipo de Álvarez merecía mejor suerte. Pero se equivocó demasiado en el cierre de las ofensivas y echó a perder de cierta manera la gran ocasión de ganar que se le presentó por esas aristas.
Clásico equilibrado, fuerzas parejas pero con un resultado que beneficia más a Olimpia que a Cerro. Además, el conjunto azulgrana sigue arrastrando esa peculiar racha de que casi siempre le golpean primero para reaccionar, y cuando lo hace deja la sensación, como hoy de que busca soluciones a las apuradas.
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