De exportación. Walter Báez muestra orgulloso algunos de los termos que envía al exterior.
El hombre cuenta orgulloso que es dueño, junto a su familia, de Tobi Artesanías, una miniempresa que ya llegó a exportar termos forrados y guampas talladas que se producen en la cárcel.
“El año pasado ya enviamos termos y guampas talladas a Estados Unidos. También ya pudimos colocar productos en España y Bolivia”, cuenta Walter, explicando cómo convirtió su oficio de artesano en su sustento diario.
“Mi esposa es la que se encarga de publicar los productos que realizamos en el Facebook; ella se encarga de recibir los pedidos y de entregarlos. Los termos, por ejemplo, se promocionan y venden solos”, dice, esbozando una sonrisa y mostrando uno de los termos personalizados fabricados por sus propias manos.
El termo forrado con cuero tallado es el producto estrella de Tobi Artesanías. Un modelo así puede llegar a costar 550.000 guaraníes, aunque también se pueden conseguir más sencillos y a más bajo precio, como 350.000, hasta 160.000 guaraníes. En temporada baja, el artesano asegura que producen alrededor de 60 termos al mes, cuyas ganancias le permiten mantener a su familia y costear el honorario del abogado que lleva su causa.
Báez cuenta que la empresa formada con su familia está formalmente constituida; tiene RUC y patente otorgados a través del Ministerio de Justicia, y varias de las transacciones las realiza mediante los giros.
EN LIBERTAD. Los artesanos que trabajan en el penal están esperando el lanzamiento de la marca penitenciaria, que permitirá comercializar con mayor facilidad los productos que son elaborados en la cárcel. “Por el momento, estamos haciendo todo a pulmón. Los productos que nosotros enviamos afuera los hicimos con ayuda de otras personas y a pulmón. El servicio de courrier es caro. Esperemos que tengamos mejores opciones en el futuro”, explica Walter, que en pocos meses más recuperará su libertad.
Sin embargo, al igual que lo hicieron otros, como Silvio Ferreira o Lucía Sandoval, él sostiene que seguirá viniendo a trabajar en Tacumbú, para ayudar a sus compañeros. “El taller de Tobi Artesanías se va a quedar en la cárcel después de mi salida. Tengo que seguir viniendo para formar a los muchachos y que esto siga creciendo”, concluye.
UH
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