El solitario gol se concretó a los 44’ de la primera etapa, tras una falta que el juez Kimbell Ward cobró a Roberto Fernández.
De la ejecución se encargó Bobby Wood, quien anotó con harta facilidad. Después de ese gol, poco y nada pasó en el partido.
Estados Unidos, que también comienza un nuevo periodo de reformación tras la salida de Jurgen Klinsmann mostró pocas alternativas, pero estuvo por encima de Paraguay que presentó un equipo mechado con experientes y novatos.
El equipo de Gustavo Morínigo estuvo totalmente falto de fuerza en ofensiva. Intentó hacer daño con algunos centros pero los mismos no causaron ningún peligro a la defensa rival.
Los norteamericanos tuvieron un poquito más de posesión de pelota y luz para desdoblarse. Pero advirtió la inocencia albirroja y reposó en el relajo de sostener la diferencia, que por el trámite no ameritaba aumentarla.
El proceso empieza para Paraguay. Se puede atribuir a esa situación la carencia casi total de un ideario de juego. Pero podría ser más preocupante la ausencia de rebeldía y arrojo, esos aspectos que en tiempos no muy lejanos redundaron en apoteósicos triunfos y éxitos.
Podría ser un buen argumento refugiarse en el hecho de que para el siguiente Mundial queda mucho camino, pero es urgente verificar dónde está la falla para que ni siquiera se note hambre. Esa tarea será complicada para el que sea nombrado técnico.
HOY
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