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domingo, 29 de junio de 2014

Mandarán a la escuela a niños de 3 y 4 años para combatir pobreza

La ministra de Educación y Cultura, Marta Lafuente, anuncia que desde el próximo semestre, los niños de tres y cuatro años ya podrán ir a la escuela. El objetivo del Gobierno es focalizar la atención de la pobreza en la salud y la educación de niños en sus primeros mil días desde su nacimiento, el tiempo en que se establecen las bases del desarrollo del cerebro. En esta entrevista también describe el drama de los inundados.

“Yo no vivo en un termo. Vivo en el Paraguay, con su cultura y sus tradiciones”.

–¿Cuánto afecta a la educación esta situación de emergencia por la inundación?

–En siete departamentos y Asunción, hay 77 instituciones educativas afectadas directamente por las inundaciones de los últimos días. Tenemos registrados 7.799 alumnos afectados. Son 11 instituciones en Asunción, 54 en Presidente Hayes, cuatro en Alto Paraguay, tres en Concepción, dos en Central, uno en San Pedro, en Cordillera y Guairá. La situación varía día a día.

–¿Ya no van a clases?

–Estamos haciendo el máximo esfuerzo porque los chicos no pierdan clases. Dos días por lo menos se pierden: el día que se trasladan y el día que se instalan. Pero son los mismos alumnos los que buscan rápidamente la escuela. Lo que hacemos es mantenerlos en contacto con sus profesores. No los separamos.

–Debe ser algo traumático.

–Es una situación de mucha incertidumbre. El desplazamiento supone mucho cambio para la vida del niño. Ellos sienten bastante esta situación. Por eso mantenemos el servicio educativo. Trabajamos para que no pierdan este semestre. En las vacaciones vamos a darles refuerzo en las áreas que necesiten. A la vuelta de vacaciones vamos a ver si hace falta un servicio complementario.

–¿No considera el adelantamiento de las vacaciones?

–No. Al contrario. Los niños más que nunca necesitan de su directora y de su maestra. Como nunca necesitan de ese espacio y de ese lugar. La inactividad puede ser contraproducente en estas circunstancias. En una visita al Bañado Sur me llamó la atención una niña del preescolar que estaba prendida a la directora de la escuela. Ella preguntaba: “Añete pio ojupíta la y dos metros” (¿es cierto que el agua va a subir dos metros?). Se llama Sarita. Ella no sabe aún qué significa que el agua suba dos metros. Ella repite lo que escucha. Lo que hace es más bien exteriorizar lo que siente, la situación de peligro en que cree que se encuentra. Entonces, se aferra a la mano de su profesora.

–¿Y sus padres?

–Sus padres estaban en plena faena de mudanza. Es una anécdota que refleja el sentimiento de muchos niños, de que el hilo de seguridad, de esperanza que tiene es su maestra y su escuela.

–¿Su escuela está inundada?

–Está totalmente bajo agua. Lo que hacemos es mantener las actividades recreativas y de distracción. De esa forma también aprenden a enfrentar esa realidad cambiante y de alta incertidumbre.

–¿Se mantiene la comida?

–En las poblaciones desplazadas se identifica a los niños para que no se nos pierdan y les acercamos el servicio de almuerzo... En el Bañado Norte conocí a una profesora de Caacupemí, la profesora Selva. Todos sus alumnos ya fueron evacuados, menos 15. Estos viven en sobrados cerca del Mbiguá. Ella carga una canoa con la merienda, el almuerzo, sus cuadernillos y dos veces por semana rema, cruza la bahía para llegar hasta sus alumnos con otras dos profesoras. Siento admiración por esta clase de personas que asumen esta clase de compromisos que van mucho más allá de su trabajo de dictar una cátedra. Debe ser convicción, sus creencias, su deber que los impulsa a continuar hasta poniendo en riesgo sus propias vidas.

–Dicen que hasta los baqueanos le tienen miedo a la crecida.

–Ese es un caso. Hay otras maestras canoeras que dan todo de sí, que vuelcan su vocación y su experiencia hacia los demás. Pero así también, en estas circunstancias afloran las miserias humanas. Hay gente que en los momentos de desplazamiento roban techos, puertas y todo lo que encuentran a su paso.

–El pillaje.

–Uno cree que después de la extrema pobreza ya no hay nada. Sin embargo, está al acecho la miseria humana en toda su expresión, la de sacar provecho de una desgracia.

–¿Cómo se involucró en el Ministerio de Educación? Sin ser política ya tiene varias confrontaciones en su haber con los políticos, los sindicalistas.

–Llegué como consultora en el 96 después de terminar mi posgrado en Chile sobre Calidad de la Educación Superior. También fui presidenta de la Asociación de Políticas Educativas de América Latina. El vice era Alberto Simeone, el actual ministro de Educación de Argentina. Ya fui viceministra con Blanca Ovelar y luego de María Esther Giménez. Estuve del 2003 al 2008.

–¿Cuál es la influencia de Blanca en su administración? Dicen que es mucha.

–Blanca y yo tenemos una relación de amistad, de mucha lealtad. Nos conocimos en el trabajo. Hoy ella está en otro poder del Estado como senadora. Ella es la presidenta de la Comisión de Educación. Coordinamos políticas pero con absoluta independencia, cada uno con absoluta responsabilidad, pero en general compartimos la visión de la educación.

–Esa calidad es lo que se cuestiona. La educación paraguaya es mediocre. ¿Es la esencia del eterno problema que hay con los sindicalistas?

–El problema central del Paraguay es que el 70% de los niños que llegan a la escuela no aprenden en tiempo oportuno lo que tienen que aprender. Eso tiene una implicancia muy severa. Los que están en condiciones más desfavorables son los que menos aprenden, los que más rápido desertan o repiten. Hay muchos que no llegan ni siquiera a la escuela: discapacitados y especialmente mujeres indígenas y campesinas. Ellas concentran la mayor cantidad de analfabetos del país.

–¿Cuántos son analfabetos?

–El 5% de la población está en situación de analfabetismo. Por ejemplo, de 100 alumnos que se inscriben en Itapúa solo 20 llegan al último grado de la educación media. En Alto Paraguay, de cada 100 alumnos que ingresan, 12 terminan el último año de la educación media. San Pedro también tiene una tasa de egreso y culminación bastante baja y está directamente relacionada con el nivel socioeconómico de los estudiantes. Como una comparación, en Europa, los niveles de excelencia de las escuelas varían entre 5% y 7%. En Paraguay, las variaciones son de hasta el 60%. El problema del Paraguay no se resuelve solamente con la escuela. Se necesitan políticas sociales de inclusión. El objetivo de este gobierno es asistir a los niños en educación y salud en sus primeros mil días, que es el tiempo en que se establecen las bases del desarrollo del cerebro y de todas las oportunidades que el niño puede tener en el futuro.

–Si hoy se debe intervenir en forma transversal, drástica para combatir la pobreza, de cuánta gente estamos hablando.

–Hoy tenemos 1.638.000 estudiantes registrados en las distintas modalidades, incluida la educación de jóvenes y adultos.

–De siete millones de habitantes.

–Aproximadamente 100.000 niños menores de ocho años están fuera del sistema escolar. Por eso insistimos en el desarrollo infantil temprano. El promedio de personas de más de 19 años que acceden a un servicio educativo es solo el 15%.

–Es un drama. ¿Qué hace el MEC para paliar?

–Nuestra expectativa es extender la escuela a cada vez más temprana edad . Desde el próximo semestre, con fondos de Fonacide, vamos a iniciar la formación de niños de tres y cuatro años.

–¿Guarderías?

–Jardín y prejardín en las escuelas. Hoy, de cada 100 niños, 78 van al preescolar. El preescolar tiene su valor a lo largo de la vida. Hasta ahora es de un año, pero desde el próximo semestre abriremos la educación inicial a dos años más, en total tres.

–Usted cortó el sueldo a 124 dirigentes sindicales que ganaban un total de 7.000 millones de guaraníes anuales. ¿Es así?

–Yo soy ordenadora de gastos. Se me prohíbe usar los recursos de los contribuyentes para algo que el presupuesto no me habilita. Yo no tengo rubros para pagar ese número de licencias. El único camino es que esas personas tienen que trabajar y cumplir además su responsabilidad de defender a sus compañeros en el trabajo.

–Ellos dicen que ya son derechos adquiridos.

–Yo creo que es bueno conversar con laboralistas. Hoy las normas nacionales no me permiten. Como servidora pública soy pasible de sanciones drásticas en el Estado paraguayo si incumplo eso.

–¿Ya se les descontó?

En realidad no se les está descontando. Simplemente tienen que prestar el servicio por el cual se les remunera y cumplir al mismo tiempo el mandato que les han dado sus pares al votarles o elegirles. La resolución está en vigencia. Muchos se están acercando a retomar sus actividades y otros están haciendo denuncias internacionales. Nosotros estamos dispuestos a explicar nuestra posición donde sea. No cometimos ninguna arbitrariedad.

–¿Qué medidas tomó en el caso de ese sindicalista que seguía recibiendo salarios de un colegio cerrado en 1996? ¿Carlos Parodi se llama?

–Se le ha reasignado funciones y ha vuelto a trabajar. Se presentó el año pasado a elecciones. No fue reelecto para ser presidente de la FEP. Entonces, a partir de allí fue reasignado en el sector educativo.

–¿Cuál fue su reacción cuando llegó a visitarla aquel senador (Silvio Ovelar) y trató de agredirla porque no atendió a su recomendado?

–Yo mantengo una posición institucional. Trato de llevar adelante la agenda educativa como debe ser, y bueno, suceden estas cosas. No hay por qué negarlas. Estas prácticas existen. Felizmente no ha vuelto a ocurrir y si ocurrieran vamos a armarnos de suficiente paciencia para dejar en claro que esos no son los caminos. Yo no vivo en un termo. Vivo en el Paraguay, con su cultura y sus tradiciones.

–Pero van a llegar las elecciones y...

–No creo que cambien mi línea de trabajo.

–¿Qué hace con la carpeta que le llevan los políticos?

–Tengo poca demanda de ese tipo. Tenemos una posición pública de que los nombramientos en el MEC se hacen en función del perfil y del mérito. El año pasado incorporamos 30 personas en situaciones de discapacidad. Ellos trabajan muy bien. Hemos terminado un concurso de profesionales y administrativos. Están firmando 111 personas, de 500 postulantes.

Ahora llamamos a concurso a 284 cargos para las supervisiones.

–¿Es cierto que las supervisiones son verdaderos feudos?

–Vamos a renovar los cargos, ya sea porque varios se tienen que jubilar, o ya cumplieron su tiempo o no ingresaron a través de concurso. Lo primordial para nosotros es la agenda educativa y no el que mandó a sentarnos en esa silla.

–¿Cuál es su opinión de la colegiatura obligatoria?

–Yo soy favorable a la ley de colegiación. Tiene que organizarse el ejercicio de la profesión. Si una persona estudió y obtuvo unas calificaciones, ese es un componente. La profesión tiene otro componente. La certificación académica sola es insuficiente.

–El ejecutivo vetó la ley.

–En principio, yo soy favorable a una ley de colegiación.

–¿Acaso no es un peligro que esos colegios sean acaparados por grupos de poder que se atribuyen la facultad de dar la bendición al que quiere trabajar?

–Se corren esos riesgos. Al ejercer una profesión uno tiene una responsabilidad colectiva. Es un reto tener grupos profesionales que realmente nos representen y lleven adelante y breguen por el ejercicio de la integridad profesional, el respeto, el buen servicio, el máximo cuidado.

Abc

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