Organismos internacionales admiten que no existe un solo país que haya conseguido la igualdad de género. Foto: www.rosenheim24.de
Aunque se han logrado avances desde 1995, cuando la ONU adoptó la Declaración con la firma de 189 Estados, no hay aún “ningún país del planeta” donde se haya conseguido la plena igualdad entre los géneros.
AI pide a la ONU, que la próxima semana revisará el contenido del documento, que tome medidas para promover y proteger los derechos de las mujeres, que, con el aumento de los conflictos y el extremismo violento, “están expuestas a grandes abusos”, como violaciones, secuestros y esclavitud sexual.
En todo el mundo, las mujeres afrontan discriminación, se les niega el acceso a participar en la economía y la política y sufren acoso y violencia doméstica, mientras que las activistas que luchan por la igualdad son víctima en muchos lugares de amenazas y ataques.
La directora del programa de género, sexualidad e identidad de Amnistía, Lucy Freeman, alertó de que se está sufriendo “un retroceso” en muchos países.
En zonas de conflicto como Afganistán, Sudán del Sur, la República Centroafricana, la república Democrática del Congo o el noreste de Nigeria, y en áreas controladas por el Estado Islámico y otros grupos armados, “hay una escalada de violencia contra las mujeres”, denuncia la organización.
A las supervivientes de abusos como violación, explotación sexual o matrimonios forzosos “se les niega el acceso a la justicia”, al tiempo que los perpetradores gozan de impunidad.
Las mujeres en conflictos o en situaciones de posguerra “no son tenidas en cuenta en las negociaciones de paz”, lamenta AI.
En multitud de Estados las mujeres afrontan violencia de género y otros abusos, como matrimonios forzosos y mutilación genital, con la excusa de que es la tradición o la cultura, o son víctima de los llamados delitos de “honor”.
La organización de defensa de los derechos humanos critica que en muchos países las mujeres aún no pueden decidir sobre sus propios cuerpos e incluso “son encarceladas si se sospecha que han abortado”.
Freeman pidió a la ONU que, al revisar la Declaración de 1995, se asegure de proteger a las mujeres en zonas de conflicto, poner fin a las prácticas sexistas justificadas por la tradición o la religión, defender el derecho de la mujer a decidir sobre su sexualidad y su cuerpo, garantizar su acceso a la vida pública y de llevar a los violadores de sus derechos ante la justicia.
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