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lunes, 29 de abril de 2013

Paraguay no debe caer en la trampa del Mercosur

Lo que ha ocurrido en el Paraguay dentro del contexto de los comicios electorales ha puesto de manifiesto que los supuestos “golpistas” constituyen una abrumadora mayoría rayana al 85%. 

Así también los legionarios paraguayos que habían venido con las tropas de ocupación de la Triple Alianza alegaban que lo hacían en nombre de todo el pueblo paraguayo sufriente y dolido, atenazado bajo las garras lacerantes del tirano López. La historia demostró que el pueblo paraguayo en su totalidad luchó por convicción propia al lado del glorioso mariscal.

La esquizofrenia es una enfermedad que se evidencia con una doble personalidad, que va de un extremo al otro denostando y agraviando por un lado y exaltando y valorando por el otro las virtudes contrapuestas en secuencias sucesivas sin solución de continuidad.

Es decir que la ilusión toma lugar de la razón y el delirio reemplaza al sentido común.
De esta manera se propaló a los cuatro vientos que el pueblo paraguayo estaba sometido en gran medida a un puñado de “golpistas elitistas” dentro del contexto de los partidos tradicionales del Paraguay, como el Colorado, Liberal, Paria Querida y Unace.

El partido Colorado que aportó la mayor cantidad de votos para el juicio político contra el expresidente Lugo se ha convertido hoy para Cristina, Mujica, Dilma y Maduro en el partido de la democracia plena y la quinta esencia de la libertad, según el testimonio consignado a través de las llamadas telefónicas y mensajes exuberantes que no solamente se referían a los comicios electorales y su excelente performance en materia de credibilidad, sino que proferían al unísono consignas rimbombantes acerca de la dignidad y la valentía del pueblo paraguayo y de su glorioso mariscal.

Aquella patoteada de las postrimerías del mes de junio del año pasado protagonizada por el Sr. Maduro y los demás cancilleres del Unasur nos recuerda, salvando las distancias de tiempo y espacio, a los exabruptos enunciados por el “Manifiesto del gobierno provisorio” del 10 de septiembre de 1869, colmado de legionarios, y que supuestamente iba dirigido a los hombres libres del Paraguay, dando a entender que en nuestro país existían dos bandos: el de los iluminados y progresistas y el de los retrógrados y retardatarios, segmentando a la patria en dos parcialidades frontalmente contrapuestas y guiadas en un sentido por el utilitarismo, la mezquindad y el egoísmo, y por el otro el del altruismo y la solidaridad. Y así decían que la masa popular no estaba preparada para discernir la diferencia entre el estado de libertad plena y el estado de despotismo bastardo.

De igual manera, los mandatarios bolivarianos de la actualidad no habían tomado en cuenta el sentimiento íntimo de cada ciudadano paraguayo que fue a depositar su voto por el candidato de su preferencia, con plena voluntad y convicción personal con las excepciones a esta regla de denominador común y es por eso que se apresuraron a reconocer el nuevo gobierno electo haciendo gala de una edulcorada seducción, adobada de una superlativa amabilidad de picos pardos que sorprendió a la comunidad internacional que esperaba una reacción contraria.

En efecto, se supuso que si cualquier candidato del “golpismo” paraguayo lograba la victoria, los mandatarios bolivarianos tardarían en reconocer ese resultado, aunque fuera legítimamente elaborado en los recintos del íntimo secretismo del “cuarto oscuro”.

Pero hay que estar atento a los cánticos de sirenas que con sus “fascinantes y armoniosas” melodías que gustan al oído nos quieren engatusar con propuestas inaceptables.

Tenemos que encender la luz roja de alerta porque entre guiños, zalamerías, seducciones y alfombras rojas subyace una muy bien disimulada y elaborada trampa de una reintegración al Mercosur sin condiciones, como si nada hubiera pasado en el contexto latinoamericano, sin ninguna herida que restañar.

La decisión de este reingreso debe ser bien estudiada, sopesada, analizada y elaborada no solamente por el partido triunfante sino por las mentes más lúcidas no encepadas en partidismos y por todas las fuerzas vivas que integran la comunidad nacional. Pues una vez que el error ha sido consumado en el campo internacional se convierte en un camino sin retorno de impredecibles consecuencias.

Es una situación difícil que amerita una consulta nacional pues está en juego la dignidad del país. El concepto de patria proviene de “Pater”, la tierra de nuestros padres y ancestros que defendieron la heredad nacional. La nación es una comunidad de hombres libres y dignos, no de esclavos y serviles pusilánimes, que hunde sus raíces en la historia dentro de una conciencia nacional forjada en tiempos lejanos, desde la época de la Provincia Gigante de las Indias hasta el día de hoy.

La nación conforma una comunidad de hombres entrelazados con una visión trascendente histórica y espiritual que envuelve a la comunidad y que está determinada por principios y valores intangibles, no de utilitarismos financieros y económicos porque aquellos son imperceptibles e invalorables en el devenir de los pueblos.

Si queremos constituir una comunidad con sentido de pertenencia y de honor debemos dirigirnos hacia algo que trasciende la materialidad circunstancial. Este sentir hizo que Paraguay pudiera ser soberano e independiente a pesar de todos los contratiempos e intereses que se oponían y se siguen oponiendo tenazmente a ella.

Fuente: ABC

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