Qué lección la de Paraguay. Qué desautorización para la Unasur y ni que hablar para los presidentes mercosurianos, Dilma Rousseff, de Brasil, Cristina Kirchner de Argentina y José Mujica de Uruguay, que pretendieron imponer al destituido presidente Fernando Lugo interfiriendo en un trámite interno paraguayo, estrictamente ajustado a la Constitución y la ley, y por lo cual, al fracasar en su intento, procedieron a “sancionar” a la nación guaraní. El pueblo paraguayo, con su apoyo mayoritario (82.7 por ciento de los votos) a los partidos cuyos senadores enjuiciaron al mandatario en falta, acaba de ratificar, sin apelación, la legitimidad de todo lo ocurrido en su país, deslegitimando a la vez lo hecho por la Unasur y el Mercosur.
Una elección impecable, donde además ganó el partido de la oposición (¿alguien podría imaginar que eso hubiera podido ocurrir en Venezuela, esto es, que el chavismo hubiera permitido el triunfo de otro candidato que no fuera Maduro?). Y por cualquier duda, la lista del expresidentes Lugo no consiguió ni el 3.5 por ciento de los votos (3.32 por ciento). Y pensar que el exobispo decía que lo respaldaba todo el pueblo, lo que por supuesto avalaban sus colegas neoprogresistas de afuera.
Los “observadores” de la Unasur (“acompañantes” en el caso de Venezuela) no pudieron objetar nada. De haberlo hecho hubieran quedado en ridículo: en Paraguay, a diferencia de lo sucedido en la república bolivariana, no solo actuaron ellos sino que participaron otros observadores, de distintos países y de reconocidas instituciones y organismos del mundo.
De todas maneras no se quedaron callados —no quieren ceder terreno— y anunciaron que la Unasur mantendrá un seguimiento político en Paraguay con respecto a la transferencia del poder. Según el alto vocero de la Unasur, “los actos democráticos no terminan solamente en el acto electoral en sí, terminarán en una transferencia a los que la voluntad popular han designado (vencedores)”.
Qué descaro. Habría que reclamarle que esa misma tarea, tal cual la describió, la sigan en Venezuela. Habría que pedirle que la Unasur, sus voceros y sus “acompañantes” nos informen sobre cómo va el recuento de votos en Venezuela y cómo se identifican como “actos democráticos”, la persecución de empleados públicos que no votaron al chavismo, denunciada en las últimas horas por las máximas jerarquías de la Iglesia, o el hecho de que hayan habido más votos que votantes y se hayan “dañado” varias máquinas escrutadoras. Sería bueno un seguimiento de la Unasur del proceso democrático en Venezuela y que nos explique cómo encaja que el presidente de la Asamblea no le permita hablar a los legisladores de la oposición que cuestionan el resultado y el trámite electoral, o que ese mismo señor, Diosdado Cabello, ya haya anunciado que no quedarán impunes “las muertes ordenadas por el fascista asesino Capriles”, dando por hecho cuáles serán las conclusiones a que arribará una comisión investigadora del Congreso, solo integrada por chavistas. O quizás que nos ilustren sobre lo dicho por la ministra para Asuntos Penitenciarios, Iris Varela, quien tras acusar de drogadicto al candidato de la oposición (y cada vez más sospechoso de ser el verdadero ganador de las elecciones), le hizo el siguiente anuncio público: “Estoy preparando la celda donde vas a tener que ir a purgar tus crímenes porque eres un fascista y eres un asesino”. (Seguramente la señora tiene algún dato sobre lo que va a ocurrir y lo que va a resolver la justicia, democráticamente hablando, por supuesto).
Y lo sorprendente, como ya hemos consignado, es que para el presidente del Perú, Ollanta Humala, lo de Venezuela “ha contribuido al fortalecimiento de la democracia” en la región (?) (Se desconoce si en ese “fortalecimiento” incluye todo esto que está pasando). O que el presidente Juan Manuel Santos, a quien se le atribuye una “gran influencia” a nivel internacional y de la Unasur, diga que ha reconocido el gobierno de Maduro porque el proceso se ajustó a la ley. ¿Y aquello de Paraguay no?
Por: Danilo Arbilla
El autor es periodista uruguayo, expresidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Fuente: laprensa.com.ni
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