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domingo, 24 de agosto de 2014

Familia desnutrida y enferma en Ybycuí

YBYCUÍ. Una familia compuesta de dos adultos y dos adolescentes está golpeada por el hambre, la enfermedad, la falta de higiene y sumergida en la extrema pobreza.


Margarita Rojas frente a su precaria vivienda.

Lo más probable es que se crea que la imagen de esta mujer de 30 años absolutamente desnutrida se tomó en África, pero esto ocurre a la vera del arroyo Caraguá, en la compañía del mismo nombre, a 10 kilómetros del casco urbano de Ybycuí (departamento de Paraguarí). Guiados por un docente de nombre Marcos Caballero visitamos un precario rancho donde la extrema pobreza azota sin piedad a una familia.



Margarita Rojas tiene 65 años y apenas camina debido a enfermedades, pero aún no percibe el beneficio del Estado para la tercera edad. Comenta que tenía dos hijos y dos hijas. Los varones murieron de cirrosis, por causa del alcohol, y una hija vive en otra compañía. La mujer habita el rancho con su otra hija, Amancia (30), y sus dos nietos: una joven de 15 años y un niño de 13.

Conmovidos por un lloriqueo, que con el tono implora piedad y que ya pasa inadvertido entre los vecinos, ingresamos con la abuela a la única y pequeña habitación de la vivienda, con paredes de viejos tablones y techo de paja. En una precaria cama se observa un bulto que más bien pareciera una muñeca escondida en medio de las frazadas. Es el pequeño cuerpo de un ser humano, Amancia, y sobresalen en ella solamente piel y huesos.

“Acá pasamos muy mal; yo lavaba ropas de los vecinos a cambios de pequeñas ayudas, pero luego me enfermé y dejé de trabajar”, manifiesta Margarita.

VIVEN MEDIANTE UN ALMUERZO ESCOLAR

La anciana señala que su hija tiene dificultades en el habla y que hasta hace poco llegaba hasta la ciudad para mendigar; semanas atrás, en su último recorrido, desapareció por tres días y volvió extremadamente débil. Se sincera y enseña que prende leñas para calentar agua solamente las veces que cuenta con yerba para el mate y que pasa semanas sin contar con insumos para cocinar, por lo que la familia pasa días sin comer.

Los nietos viven algo mejor: desayunan y comen bien en la escuela cercana y también suelen traer a la casa algunos alimentos en los días de clases. Sin embargo, se complica su situación en los días de vacaciones, de lluvias y los fines de semana, cuando no se desarrollan las clases y dependen exclusivamente de la solidaridad de algunos vecinos que recompensan los pequeños servicios de los nietos con algunos platos de comida.

SOLAMENTES DOS CAMAS

Según los vecinos, parece que Margarita, con intención de mitigar el sufrimiento, empezó a beber y se volvió alcohólica. En la pequeña habitación, donde los muebles no pasan de dos pequeñas camas rústicas, no se puede permanecer a causa de un olor desagradable. Es que Amancia realiza todas sus necesidades fisiológicas en la misma cama y es higienizada en forma esporádica solamente por los vecinos piadosos.

En una de las camas duermen las dos mujeres adultas y en otra los dos adolescentes. Todos andan descalzos y las pocas ropas que tiene fueron proveídas por vecinos. Son atacados por piques, piojos y otras plagas que también mudan a otros niños. El niño tiene la cabeza pelada debido a que, cuando era mas pequeño, había sufrido una quemadura.

Informamos de la situación de la familia al doctor Luis Ferreira, director del Hospital Distrital local. El Dr. Ferreira envió un equipo medico al lugar y ordenó la inmediata internación de ambas mujeres adultas en el Hospital de Ybycuí.

El medico confirmó que Amancia, además de sufrir desnutrición, está deshidratada y muy afectada por las plagas. Permanecerá internada y recibirá los medicamentos y nutrientes adecuados hasta su recuperación, dijo Ferreira. Asimismo, Margarita ya está siendo tratada por anemia y otras enfermedades.

CORRESPONDE QUE SEAN SACADOS DEL LUGAR

El profesor Caballero, docente de la escuela pública de la comunidad, señaló que sería muy bueno que el Estado se encargue de esta familia; con la internación se aliviará la situación solo en forma momentánea. Con respecto a los adolescentes, que cursan el cuarto y el sexto grado y que ahora quedaron en la casa, manifestó que también son anémicos, pero que ellos lo pasan mejor en los días de clases.

“Lamentablemente no se les pueden dar dinero, pues solamente compran golosinas”, se explayó Caballero. Señaló que no tienen el desarrollo adecuado y que aparentan menos edad de la que realmente tienen. Por otro lado, no oculta su preocupación por el hecho de que los adolescentes sigan durmiendo juntos. “Los derechos del menor están absolutamente violentados en ellos; viven en condiciones infrahumanas. Tienen una infancia muy complicada y un futuro muy oscuro”, dijo Caballero.

Abc

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