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LA NOTICIA DESTACADA

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lunes, 19 de marzo de 2018

La otra cara del Azulgrana Diego Churín

Diego Churín Puyo (28), oriundo de Arroyo Dulce, provincia de Buenos Aires, se instaló rápidamente en el corazón del hincha azulgrana. Llegó en silencio el año pasado e hizo ruido destrozando redes con la azulgrana y fue de gran ayuda para conquistar el campeonato Clausura 2017.




El artillero recibió al equipo de ÚH y nos invitó a conocer su vida más allá de las canchas. La sencillez y calidez son los atributos principales que evidenció Diego en la primera charla. Lejos quedó aquella clásica imagen del delantero lidiando y friccionando con los defensores rivales.

El equipo de mate estaba listo, algunas galletitas en la mesa, el primero en recibirnos fue Santino, el hijo mayor de Diego, y Paola. Entre ambos se estaban alternando en cargar a la pequeña Pacita, de solo unos meses, que ya se comienza a acostumbrar a la vida asuncena. "Tuvieron que madrugar los chicos", nos comenta entre risas el anfitrión, porque sacrificaron algunas horas de sueños para la postal familiar.

Diego Churín ubica a la familia en primer lugar, son los motores de su vida, y el entendimiento con Paola, su mujer, denota con sus gestos, mientras se acomodan para la charla. Por cierto, su esposa nos comentó que el goleador es de "buen comer" y que sus dotes de asador son impecables, aunque últimamente está en deuda. ¡Marche un asado goleador!

Ya placenteros en el living, grabadora sobre la mesa, y mientras los chicos se cambiaban en los brazos de papá y mamá, Churín nos comentó sobre su estadía en el país.

"Todavía nos estamos acostumbrando, nos fuimos hace cinco años de Argentina, cuando nos estábamos terminando de acostumbrar a Chile tuvimos que cambiar de país. Lo que más influye acá es el clima (sonríe), hay que adaptarte a eso, pero en sí, el paraguayo nos ha tratado de maravillas, me dio la bienvenida y obviamente mis compañeros, con quienes más comparto, siempre me han tratado de diez. Estamos muy agradecidos porque me abrieron las puertas y además el trato para mi familia es bárbaro", dijo.


Foto: José Molinas - Última Hora.

Churín confesó que la principal diferencia que encuentra entre Argentina y Paraguay es la forma de vida. "Acá se vive más tranquilo, la gente es más pasiva, no está tan apurada, se toma su tiempo para hacer las cosas", añadió.

El delantero dedica el mayor tiempo de sus ratos libres para compartir con sus hijos y esposa. La salida con amigos en la medida de las posibilidades, alguna buena comida, compartir unos mates, o si el tiempo permite, visitar su pueblo, en Argentina. Después el resto del tiempo le dedica al fútbol, a trabajar arduamente para conseguir los objetivos marcados. Su presente en Cerro Porteño le invita a ilusionarse y a pelear por muchas cosas.

MUNDO CERRO. El delantero está contento por su actualidad en barrio Obrero, aunque reconoce que al principio costó un poco. "Al principio no me tocó jugar mucho. Igual la gente se manifestaba de buena forma. Ahora con el campeonato y con todo lo que transcurrió en este tiempo la gente me brinda mucho cariño, me da su apoyo. Después del clásico, cuando me tocó errar el penal, la gente se manifestó para bien conmigo, así que una cosa es imaginarse a donde viene, que viene a un club grande, al más grande del país y otra cosa es vivirlo", añadió.

PRESENTE. Hace un poco más de diez años comenzó a jugar profesionalmente, fue en Independiente, pero su momento, ahora, es el mejor. "Estoy en un buen momento, eso no lo puedo ocultar, desde que llegué me salió casi todo, pero mi mente igual siempre está en seguir creciendo, seguir trabajando día a día, ojalá mi techo suba", expresó Churín.

ESPEJO. "Mi espejo es el trabajo, con eso a la larga el premio llega. Obviamente después uno puede ver fútbol y todo lo que quiera, pero siempre termina viendo el fútbol de élite y eso es la perfección. Para llegar a la perfección necesitas estar en esos lugares, entonces prefiero trabajar y saber que hice todo mi esfuerzo", agregó.

EL GOL. La especialidad de Diego, y el motivo por el que lo trajeron a barrio Obrero es por su capacidad para hacer goles. Cada uno es más que especial, de hecho, es su motivación principal a la hora de saltar al campo de juego. "Es la expresión máxima del fútbol, es la felicidad, ojalá que los goles sirvan para ganar, pero es lo máximo que le puede pasar a un futbolista", añadió.

DEDICATORIAS. Los goles tienen nombres y apellidos. "Para ellos (la familia), siempre. Está la señal en el festejo, primero eran dos dedos, y bueno, ahora se sumó uno más y el dedo en la boca por la bebé", dijo.

Fuente: Última Hora.

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