Sobre el promedio de edad, se reportaron víctimas de dos años, incluso menores pero es “de difícil evaluación por razones obvias, a esa edad no se puede verbalizar lo que ocurre, partir de los dos años si está bien estimulada y vive en un hogar contenedor sí se puede obtener un relato consistente”.
Pérez sostuvo que este fenómeno viene de años, debido al silencio que rodea al entorno familiar en que ocurren tales abusos, “diría que es una cuestión cultural en que las familias prefieren no pasar algún tipo de vergüenza o exponer a la víctima al proceso que conlleva la investigación”.
Al mismo tiempo refirió que esta cifra corresponde solamente a los casos denunciados por las vías formales, por lo que hechos similares quedan ocultos precisamente por ese silencio familiar, “a veces detectamos que el abuso es transgeneracional, cuando la madre de una víctima evaluada sicológicamente se abre y cuenta que también fue abusada y como no se hace la denuncia en aquel tiempo, entonces queda impune”.
Según Pérez, muchos de estos casos no ocurrirían si hubiese una mayor autoestima o al menos habrían más denuncias para evitar que se repita, pero lamentablemente se defiende más a la pareja que a los propios hijos, acotó.
Abc
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