José Anacleto Escobar nació en Tacuara'i -departamento de Ñeembucú- en 1915. A los 15 años -en 1930- conoció a Cayetana Román, quien se convirtió en su esposa. En 1932 comenzó la Guerra del Chaco, en la que Paraguay y Bolivia se disputaron por el territorio chaqueño y cuyo cese de fuego acabaría recién en 1935. Don Anacleto fue entonces a luchar por su patria y de eso han pasado décadas, sin embargo nunca nadie se acordó de él, ni de los demás, porque hay otros excombatientes vivos, muchos sumidos en el olvido.
Don Anacleto, al volver de la guerra, se estableció en el barrio Crucerita de Ñeembucú, a unos sesenta kilómetros de su Tacuara'i natal, y con doña Cayetana tuvieron cinco hijos: dos mujeres y tres varones. Dos de ellos viven en el mismo lugar que los padres, en el mismo predio, comentó a la prensa, Juan Carlos, uno de los hijos. La pareja de ancianos vivía en una casita muy humilde, sin muchas comodidades, comentó el hijo.
Ayer, 5 de enero, al cumplirse el centenario de su vida, el veterano recibió como regalo de cumpleaños una casa nueva, de material, que tiene una habitación con aire acondicionado, piso de cerámica, baño moderno y además un ropero y una cama nueva, describió Juan Carlos. La obra, que fue financiada por la Gobernación de Ñeembucú, a cargo del gobernador Carlos Silva, fue levantada en un terreno propio, al lado de donde están los hijos.
El hijo de Don Anacleto dijo que está agradecido, porque hasta ahora nadie había venido a recordar o rendir un homenaje a su padre. Según contó, el gobernador Silva llegó hasta su casa porque una conocida de la familia le comentó sobre el excombatiente. “Le dijo (Carlos Silva a Don Anacleto) que no tenía que vivir así, que él no tiene por qué vivir así y que le va a mandar hacer una pieza toda equipada para él”, recordó Juan Carlos sobre la visita del gobernador.
Contó además que su padre observó que le dieron la casa recién ahora que está por morir, pero igualmente está agradecido por la ayuda. Según el hijo, existe a unos 40 kilómetros de su casa otro excombatiente y que entiende que en el departamento de Ñeembucú quedarían unos tres excombatientes en total. Juan Carlos dijo que es importante que la gente les recuerde y hagan algo por ellos en vida, porque después de morir ya no sirve de nada.
Ahora la pareja de ancianos vive en la casa nueva, acompañados de un nieto que los cuida, aunque de todos modos están al lado de las casas de dos de sus hijos.
Don Anacleto no escucha ni ve bien por la edad, pero todavía está lo bastante lúcido, tal como se le ve en la fotografía junto a su esposa, con quien está hace más de 80 años. Como Don Anacleto, hay cientos de excombatientes por todo el país -700 según las autoridades-, esperando ser recordados no solamente el 29 de setiembre.
Abc
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