Hace apenas unos días cuatro adolescentes de 14 años, alumnas de una conocida Escuela del barrio Mcal. Estigarribia, se habían fugadode la escuela durante el recreo y nose supo más de ellas sino hasta el día siguiente, cuando fueron encontradas por la Policía, consumiendo cerveza y en visible estado de ebriedad en una estación de servicios.
Éstas adolescentes habían contado una historia, poco creíble por cierto, de que una “amiga”, de la cual ni siquiera el nombre sabían, las había invitado para ir a jugar “vóley” en un establecimiento ubicado en las afueras de Ponta Porã, y que allí de “hallaron” (estaban muy a gusto) demasiado y por eso se cambiaron de ropa y se quedaron hasta el día siguiente, pero aseguraron que nadie les tocó ni les hizo nada. Creer o no creer eso ya es decisión de cada uno.
De esta misma forma, leemos a diario en el informe policial sobre denuncias de desaparición de niñas adolescentes cuyas edades más llegan a los 14 años, como ocurrió en la ´cipera, en la que una pareja denunció a la Comisaría 3ª, que la hija de 13 años de edad, siendo las 23:30 horas fue a dormir y que siendo las 2:00 de la madrugada de este martes (19), su padre, al ir al sanitario se pudo percatar de que su hija no se encontraba en su dormitorio, por lo que comenzaron a llamarla y a buscarla, pero sin respuesta positiva. Se registró así, otro caso más de desaparición de menor de edad, aunque más que nada el hecho se ajusta a la palabra fuga.
A este grave flagelo que al parecer ya no tiene visos de solución, y peor aún, que tiende a agravarse, se le suma uno no menos mayor, en el cual los propios padres de familia irresponsables, son los principales protagonistas, al dejar en manos de sus hijos menores de edad, lujosos automóviles y camionetas para que salgan a farrear con sus amigos, alcoholizados, hasta altas horas de la madrugada y hasta el amanecer los fines de semana.
Tampoco podemos dejar pasar por alto las fiestas estudiantiles cuyos fines son para recaudar fondos para la excursión de fin de curso. En estos casos, quienes más trabajan son los propios padres, ya que el 50% de ellos se anotan para participar de la excursión, dejando en manos de los alumnos, únicamente la promoción de cada fiesta, realizando caravanas de vehículos por toda la ciudad, sentados en las ventanillas de los autos y camionetas, y pasándose de vehículo a vehículo latitas de cerveza. En estas fiestas, la venta de bebidas alcohólicas es libre, y bien sabemos que en su mayoría quienes a ella acuden no pasan de los 17 años.
Entonces, una mezcla de los avances informáticos y la libertad a como se accede a los mismos y la irresponsabilidad de algunos padres de familia, puede que sean los causales de la situación triste en que se encuentran hoy día nuestros adolescentes.
FuenteAD
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