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viernes, 20 de septiembre de 2013

A lo Paraguay

Hacer vaivai, a medias, las cosas es un rasgo genuino de la cultura mestiza paraguaya. Péichante, total ome'ëma (que se traduce por el también muy paraguayo ya da ya) enuncia el irresponsable y haragán al que le basta llegar a mitad de camino —si es que llega— para considerar suficiente su trabajo.

Con esa mentalidad, se inicia un proyecto destinado a ser dado por concluido de antemano. Le faltarán detalles relevantes, pero será inaugurado con fuegos artificiales, transmisiones televisivas y bandas de música.
Esa forma de obrar cuenta con la complicidad social. Ovaletereíma voi niko, aprueban los korreli y los no korrelí. Claro, en un país donde lo habitual es la inoperancia, cualquier acción en contrario es suficiente.

La visión popular refleja que hay sectores de la población enemigos de la excelencia. Iporäitereírö, ivai jeýma. Si es impecable, ya pasa la raya, no va a ser ya para este país acostumbrado a la mediocridad. Entonces, mejor detenerse mucho antes.

Aquí aparece otra característica que perdura en el tiempo: el conformismo. Contra nada, cualquier cosa sirve. A falta de pan, buenas son tortas dice un muy castizo refrán en español. Llevado al extremo, localmente equivale a oimaraëva y ndaipórirö kamby. Al menos agua, si no hay leche.

Las 60 cámaras de seguridad de la Costanera fueron, al principio, motivo de felicidad para muchos de los que quieren disfrutar de la frescura del viento de la bahía, sentir que se les transmite la quietud del río y observar el arcoiris de colores del sol detrás de los barcos anclados en lo que fue el antiguo muelle de Asunción, un poco más allá de lo que era la Playa Montevideo.

Pensaron que los que hacen mbodispara las carteras de las mujeres, roban bicicletas y apuntan con una pistola para apoderarse de un celular de última generación que venderá a precio de hojarasca en una casa de empeños inescrupulosa, iban a disminuir sensiblemente.

No contaban con el "aporte" del ñande reko tradicional que si tiene que llegar a 100 se contenta con 63. Si puede encender 1.000 faroles, para en el 700.

Aun inconclusa, la avenida Costanera es una belleza, fuera de los árboles de tajy plantados y arrancados por algunos deforestadores urbanos que han de ser, sospecho, del gobierno del "Nuevo rumbo" que hasta ahora no va para ningún lado. Fuera, también, de las impresentables y aisladas palmeras que han sembrado después.

Y para ser fieles a la historia de nunca hacer bien las cosas hasta el final, las benditas cámaras de seguridad... no funcionan por falta de cables para conectar la energía eléctrica.
FuenteUH

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