“Este es un hospital donde muchos chicos sufren, y yo quiero decirles a ustedes, mamás y papás, que rezo por ustedes y rezo por sus hijos, para que la Virgen esté muy cerca de ustedes, para que Jesús les dé la salud a sus hijos y para que ustedes tengan esa fuerza y esa constancia que solamente tienen las mamis y papis”, dijo el Vicario de Dios en parte de su saludo al salir del Hospital Pediátrico Acosta Ñu, donde visitó a los enfermos.
Destacó que para Jesús un niño es muy importante, tanto que a los adultos les dice que en su corazón deben hacerse niños para llegar al reino de los cielos. “Es tan importante un niño en la vida”, dijo, y en este sentido resaltó y agradeció la labor de los médicos, enfermeras, de los funcionarios, de todos los que luchan y se sacrifican por la salud de los niños. Agradeció, asimismo, al capellán por su trabajo en el lugar.
Luego de su saludo, invitó a los presentes a rezar un Ave María para la Virgen de Caacupé. Así lo hicieron y luego el Pontífice salió fuera del recinto para saludar a los presentes, que desde su llegada al hospital clamaban por verlo "aunque sea un segundo". El Papa salió, saludó y abrazó a un niño que logró saltar la valla para abrazarlo y pedirle su bendición. En ese lugar, bendijo a una niña enferma e incluso tomó un sorbo de mate que le invitó uno de los fieles que esperaba por verlo.
El Vicario de Dios se dirige ahora a Caacupé, donde celebrará una misa que ya está siendo esperada por decenas de miles de personas en la explanada del Santuario Nacional de Caacupé.
Abc
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