Aviso sobre el Uso de cookies: Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia del lector y ofrecer contenidos de interés. Si continúa navegando entendemos que usted acepta nuestra política de cookies y basado en la politica de privacidad de Google Adsense. Puede leerlo en el enlace a continuación

LA NOTICIA DESTACADA

Estas agencias de viajes no están autorizadas a operar

La Secretaría Nacional de Turismo advierte que circulan en el mercado 11 agencias de viajes que carecen de habilitación para funcionar. Se i...

lunes, 20 de octubre de 2014

Narcotraficantes tenían sometidos al miedo a los pobladores de Ypejhú

El control de hecho de la ciudad lo tenían los narcotraficantes, quienes, amparados por políticos corrompidos por las mafias de frontera, tenían a la población y a la Policía con las manos atadas.

        Bienvenida. En un desolado paraje se levanta el arco de entrada a la fronteriza ciudad de Ypejhú, en Canindeyú.

YPEJHÚ

La ausencia del Estado en esta parte del país, durante años, ha permitido que las mafias de frontera, especialmente la de los narcotraficantes, impongan sus propias leyes, donde los políticos que, supuestamente, les dan protección o directamente se dedican al narcotráfico manejaban, en Ypejhú, la seguridad y hacían imperar la ley del silencio.

Esta última afirmación es de un poblador de la zona, bajo promesa de no identificarlo por miedo a ser otra víctima de la mafia.

El distrito de Ypejhú tiene un poco más de 7 mil habitantes y está ubicado en el norte de Canindeyú, lindando con el municipio de Paranhos, del Brasil. Ambos están separadas por la frontera seca.

Los pobladores son reacios a hablar sobre la realidad del Municipio y más aún, ahora que se sospecha que la familia Acosta Marqués habría estado tras la ejecución del periodista Pablo Medina y su asistente, Antonia Almada.

No obstante, conseguimos contactar con varios conocedores del lugar, quienes comentaron cómo se vive en Ypejhú. "Anike che descubríti, hake che jukane hikuái ha che ñoty pe cerroguyre", afirmó un entrevistado, que cree que en el distrito hubo muchas ejecuciones que no fueron denunciadas por miedo.

POLICÍA. Entre los uniformados también se pudo constatar la satisfacción de que ahora, tras el crimen del periodista Pablo Medina, tuvieron el aval para poder investigar el caso hasta su esclarecimiento, ya que hasta hace una semana, cualquier policía que intentaba atajar a los capangas, era trasladado al día siguiente.

Allí no se podía hacer controles, el personal que intentaba controlar a los matones era trasladado al día siguiente. Esos bandidos se desplazaban exhibiendo metralletas en sus vehículos y nadie podía hacer nada, afirmó un oficial superior que concedió la nota.

Esta vez, hubo una orden del Poder Ejecutivo que se investigue el homicidio, caiga quien caiga, y si algún político quiere interferir, también deberá ser investigado, según nuestra fuente.

PROHIBIDO VER Y OÍR. La ley del silencio era la que imperaba en el distrito, ya que cualquiera que osaba preguntar más de lo debido, ya era marcado y era un candidato a la ejecución. Uno podía trabajar en la zona, pero debía hacerse el ciego y el sordo para poder moverse entre los pobladores, según revelaron nuestras fuentes ciudadanas.

En un tiempo no se podía andar con cascos en motocicleta, porque estaba prohibido. Los capangas paraban a los motociclistas y les verificaban si no estaban armados, para luego prohibirles utilizar cascos. En caso de que no pararan, eran acribillados por los sicarios, según los testigos.

Los agentes policiales que son nombrados en las comisarías debían acomodarse y hacer de guardia a los capos, quienes se pasaban efectuando tiros al aire, mientras tomaban sus bebidas alcohólicas y nadie debía decir nada, por correr riesgo de muerte, según el uniformado.

UH

No hay comentarios:

Publicar un comentario